Monday, February 12, 2007
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Santa Casilda era hija de un rey musulmán y ayudaba en secreto a los cautivos cristianos de su padre, llevándoles víveres a las celdas. Una noche en que Casilda acudía a su socorro diario, fue descubierta. Su padre la interpeló acerca de lo que llevaba escondido en el regazo de la falda, a lo que la muchacha respondió que eran flores; milagrosamente, las viandas fueron convertidas en rosas y la princesa se salvó. Indirectamente, es la historia que recoge el pintor. No pinta toda la escena completa, sino que se limita a mostrar a la joven con sus rosas en la falda. Existe otra versión de Santa Casilda, cuyo rostro es muy similar; sin embargo, aquí la riqueza del atuendo es muy superior así como la gama de colores, con el vestido rojo adornado en plata y oro que contrasta alegremente con la estola violeta. Tal estallido de color encuentra su contrapunto en el fondo neutro de gamas sombrías, propio de la técnica tenebrista.
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